miércoles, 10 de diciembre de 2008

martes, 23 de septiembre de 2008

Viaje en globo aerostático


Hoy cumplo treinta y tres años y parece que alcanzo una edad especial.
No porque sea la edad de Jesucristo:

Lo mismo da
Que sea la vía lactea
O una procesión que asciende en pos de la verdad
Hoy [y siempre] me es igual
Sino la edad a la que nació Altazor, producto del único creacionismo entrañable.
Él nació a los treinta y tres años, el día de la muerte de
Cristo; nació en el Equinoccio, bajo las hortensias y los
aeroplanos del calor.
Yo nací a medio día en un hospital de monjas, con el pulgar derecho en la boca.
Él tenía un profundo mirar de pichón, de túnel y de
automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
Yo, en cambio, tenía los ojos hinchados de aprender a llorar. A respirar y a llorar se parende rápido y nunca se olvida.
Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables
que la noche.
El mío tenía el cabello engominado y las ideas fijas.
Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigi-
bles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y
ojos llenos de navíos lejanos.
La mía tenía ojos verdes que le abarcaban la mitad de la cara y se movían a la velocidad de la luz.

Una tarde Altazor cogió su paracaídas y dijo:
«Entre una estrella y dos golondrinas.»
He aquí la muerte que se acerca
como la tierra al globo que cae.
Hace poco mis amigos me llevaron a volar en globo aerostático.
Conocimos la base superior de las barrancas y flotamos sobre las copas de los árboles conforme a la ley de las nubes comunicantes.
Vimos cómo se hacen los molinos de viento, los molinos de descubrimiento y los molinos de renovamiento.
Nos alejamos veloces de los molinos de envejecimiento, descorazonamiento, remordimiento y decaimiento.
Los molinos de ensoñamiento y ensortijamiento, que están uno junto al otro, trato de visitarlos cada mañana.

jueves, 28 de agosto de 2008

Aborto legal y contrafácticos


Amanecí con ánimos de celebración. La legalización del aborto (en realidad, la reiteración de la legalización del aborto, frente al recurso de inconstitucionalidad que interpuso la CNDH) es un paso certero en el reconocimiento y protección de los derechos de las mujeres, y evidencia de lo que muchos pensábamos ya casi imposible: que en nuestro país, un estado laico, pudieran triunfar los argumentos sólidos y el sentido común -ese tan escaso- sobre las convicciones personales y los dogmas religiosos.

Un amigo mío comenta, tras haberle yo enviado un mensaje celebratorio y copiado otro donde felicito a los ministros de la SCJN por su decisión:
Mariano Azuela dijo la estupidez de que "si todas las mamás de los aquí presentes hubieran decidido abortar, no estaríamos vivos" con lo cual demostró que no hace falta ser inteligente para ser juez, a pesar de lo que se crea. ¿Qué otra cosa debería prohibirse, el condón? "Si nuestras mamás hubieran usado condón, no estaríamos aquí". "Si nuestras mamás hubieran estado informadas y no fueran hijas de miles de años de creencias religiosas absurdas, muchos no estaríamos aquí". "Si nuestras mamás hubieran sido mujeres emancipadas, muchos no habríamos nacido". Etc, etc. Qué bueno que la solución estuvo en el sentido correcto, pero me quedé frío sabiendo que la suerte de millones de mujeres y de parejas estaba en mano de unos viejitos estúpidos que bien podrían haber decidido en el otro sentido.
Hay un tipo de contrafáctico sobre el que no estoy dispuesta a reflexionar, y es ése del que se queja mi amigo, el que esgrimen muchos de los "anti-abortistas" (etiqueta por demás engañosa, pues pretende implicar que los que estamos a favor de la despenalización del aborto somos "abortistas" -que nos practicamos abortos como practicamos un pasatiempo-) y que toma la siguiente forma genérica: "Y si mi abuelita tuviera ruedas..." Absurdo, irrelevante y argumentativamente vacío.

Pero hay otro que me siento obligada a cuestionar. ¿Y si los ministros de la SCJN hubieran votado en contra de la despenalización y a favor de la inconstitucionalidad? Se me enchina la piel sólo de pensarlo, pero vale la pena hacer el experimento mental. Habrían sentado un precedente para toda la República Mexicana. Sé de buena fuente que uno de los ministros ya estaba preparando un documento para penalizar el aborto en el estado de Jalisco que los miembros de la Inquisición habrían congratulado. Los estados que, por el contrario, estaban esperando la despenalización en el DF para avanzar en la misma dirección, habrían sido detenidos.

Muy probablemente, sin embargo, el estado de las cosas -el que miles de mujeres recurren al aborto clandestino como último recurso- no habría cambiado ni siquiera bajo la amenaza de los 3 a 6 meses de encarcelamiento. Pero eso sí, se movilizarían recursos humanos y económicos a perseguir a las "delincuentes", desviando así importantes recursos de problemas reales, como la educación, la obesidad infantil o el cáncer cervico-uterino. Bajo los criterios de Soberanes, al rato los anticonceptivos serían catalogados como "píldoras abortivas", y muchas décadas de educación sexual (que nos ayudaron a alcanzar una tasa de natalidad muy decente) se tirarían a la basura. Ya se imaginan hacia dónde voy, la lista de consecuencias desastrosas y retrógradas es interminable.

lunes, 4 de agosto de 2008

Estudios de caso


Abandonado el blog, pero no precisamente el miedo, llevo 3 meses menos 4 días sumergida en la tesis doctoral. Los detalles de los estudios de caso (tres, uno de ellos ya desarrollado, los otros dos en vías de narración) forcejean con mi tendencia a filosofar acerca de la "big picture". Hago varios viajes al día entre el Capítulo Tal y la Introducción General; tomo prestado el modelo de argumentación de Toulmin y dibujo cuadros y flechas sobre una cartulina, deseando que el paso entre los datos y la pretensión (claim) ocurra cuasi-espontáneamente. Algo falta, lo detecto.

Pospongo la recaudación de anomalías para el examen predoctoral (faltan 7 días). Reviso la bibliografía, trato de homogeneizar las gráficas y noto que mi computadora tiende a abrumarse con tanto jaloneo: la constante importación de gráficas de un programa a otro, el obligado reccorido diario entre 5 archivos de tamaño respetable y -lo reconozco- el pesado bagaje (puesto que ningún estudioso procede con sus investigaciones en el vacío filosófico).

Vuelvo a pensar el dilema en el que estoy metida, el de producir un argumento de interés general a partir de un tratamiento necesariamente sesgado de casos singulares. A modo de guía/consuelo, releo un artículo del historiador y filósofo de la biología Richard Burian acerca del uso de los estudios de caso en el trabajo filosófico:
Los estudios de caso pueden producir resultados que no se obtienen del trabajo más abstracto de la filosofía de butaca; los casos metodológicamente y epistemológicamente útiles no necesitan ser inocentes filosóficamente ni deben conducir a grandes conclusiones por inducción a partir de muestras absurdamente pequeñas.
Y recuerdo que recurrí a esta metodología por una razón principal: el estudio de caso es el único remedio contra el miedo a generalizar.

jueves, 8 de mayo de 2008

El extraño poder

Quienes damos clases de biología y áreas afines llevamos años (casi 150, a propósito del próximo aniversario de la publicación del Origen de las especies) tratando de desdibujar la imagen más difundida de la evolución: un mono que camina a cuatro patas que luego camina erguido que se convierte en un homínido que se convierte en un hombre primitivo hasta tener el aspecto del hombre actual. Visión lineal. Teleológica. Promiscua. Errada.

Diplomados de capacitación para maestros de secundaria en materia de evolución. Reordenamiento de currícula y revisión de libros de texto. Ridiculización de quienes aseguran que, por falta de uso, dentro de unos años los humanos perderemos los dedos de los pies. Campañas iconoclastas. Para sustituir la imagen lineal por una arbórea, nuevas museologías y museografías. Conferencias. Divulgación sin anestesia.

Y esta mañana, sorbiendo un buen café con Letras Libres en mano, la susodicha imagen me asalta -por decirlo así- por la derecha. "Ya es tiempo de que la izquierda tome en serio el hecho de que hemos evolucionado desde otros animales;..", una buena traducción de las ideas de Peter Singer excepto por que viene acompañada de esa imagen. Cuando, sólo seis renglones debajo del mono que se transforma en intelectual aparece esta oración, ésta ya no puede entenderse en el verdadero sentido evolucionista. Dejo de leer desde como simplificación de a partir de un ancestro común y se apodera de mi lectura el catálogo de actualizaciones humanas.

Ocho párrafos más adelante, "La verdadera razón por la cual la izquierda rechazó el darwinismo es porque éste destrozaba el gran sueño de la izquierda: la perfectibilidad del hombre", trato de hallarle el objeto satírico. Me esfuerzo por seguir leyendo sin invocar el fantasma. Cubro la página 18 con una toalla. Nada. El extraño poder de la imagen que acompaña las palabras.

sábado, 3 de mayo de 2008

Supermodelos en pasarela


Ya salió en la revista ¿Cómo ves? mi primer artículo de divulgación científica: "Kate Moss, Drosophila y otras supermodelos".
Si no compraste la revista, descarga el artículo de la página del taller de divulgación escrita.

jueves, 24 de abril de 2008

Contra el aborto: biofilosofía ficción y nuevo preformacionismo


*Publicado en La Jornada (Ciencias: jueves 5 de junio de 2008), foro despenalización del aborto

El 11 de abril dieron inicio las audiencias públicas en torno a la constitucionalidad de la ley que despenaliza el aborto en el Distrito Federal. Los ministros de la Suprema Corte escucharon a quienes interpusieron recursos de inconstitucionalidad (la CNDH y la PGR) y a quienes apoyan estos planteamientos. Los principales argumentos giraron en torno a la idea de que el producto de la concepción (el cigoto) es un individuo humano que goza del derecho a la vida que protege la Constitución. Ese día se presentaron posturas científicamente ingenuas y una postura más elaborada que examino aquí.

Rodrigo Guerra es uno de los ideólogos detrás de la propuesta cientificista que apoya la inconstitucionalidad de la ley que despenaliza el aborto. Su tesis central dice lo siguiente: desde el momento de la fertilización, el cigoto es un individuo (primero unicelular, luego pluricelular) que contiene una dotación completa de genes humanos, el programa genético que al ejecutarse en el curso del desarrollo, lo dota de “autonomía sistémica y ontogenética” y lo hace un individuo de la especie humana. Según Guerra, la existencia de continuidad genética en la transformación de esa primera célula en un organismo pluricelular es evidencia científica de que existe en el cigoto un individuo biológico, y esta noción de individuo es (o debiera ser) equivalente a la que se usa jurídicamente. Partiendo de una supuesta filosofía de la ciencia (él se autodenomina “biofilósofo”, pero sería más acertado llamarlo bioteólogo), lo que Guerra está haciendo es usar conceptos científicos vigentes en los cuales está más o menos informado para darle vida a una idea vieja, persistente y equivocada: el preformacionismo biológico.

En términos generales, el preformacionismo sostiene que la forma de un organismo se encuentra contenida en la célula a partir de la cual se origina, y desde el siglo XVII ha gozado de popularidad entre teólogos y creacionistas. Esta idea se encuentra claramente reproducida en el discurso de José Luis Soberanes (actual presidente de la CNDH), para quien el embrión contiene “el núcleo esencial de la vida humana, esto es, el conjunto de células sin las cuales no puede existir un ser humano”, y en Jorge Adame (miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM), quien sostiene que “el cigoto tiene la capacidad de autoconstruirse, de ejecutar el programa de su ADN” y, más aún, que puede hacerlo fuera de la madre ya que ésta constituye tan solo “el medio ambiente en el cual se desarrolla un cigoto” (o sea, que las mujeres no somos más que incubadoras). Guerra respalda esta postura cuando argumenta que la noción biológica de individuo es isomórfica a la noción moral de individuo y que, por ello, la eliminación de un embrión mediante el aborto es equivalente al asesinato de un ser humano. Su estrategia argumentativa es científicamente menos ingenua que la de Soberanes y Adame, pero no por ello es menos artificiosa.

A diferencia de Soberanes y Adame, Guerra sabe que los genes de un cigoto humano están comprometidos “de manera no determinista” a producir una forma y función específicas; ha leído sobre la “reprogramación epigenética” (que hace referencia a los procesos celulares que modifican la expresión del ADN), incluso sabe que la expresión de los genes requiere de complejos mecanismos de regulación. Especulando a su favor, quizás también haya oído acerca de la herencia materna o citoplásmica, evidencia de que no todos los genes de un organismo están contenidos en su ADN nuclear. Para él, la visión de que los genes por sí mismos dan lugar a un ser humano cae en el rubro de la “biología superada”. Hasta aquí, ha podido librar más obstáculos que los otros partidarios de la penalización del aborto. Pero de ahí a la conclusión jurídica que el cigoto es uno y el mismo que el ser humano en el que se desarrolla hay mucha retórica y mala biología.

Para defender una amplia gama de preformacionismos, en la historia de la ciencia se han invocado diversas entelequias. En los siglos XVII al XIX se trataban de diminutos hombrecillos contenidos en el óvulo o el espermatozoide, dependiendo de la corriente de pensamiento. En el siglo XX estos homúnculos fueron sustituidos por el ADN y se puso en marcha el determinismo genético, la creencia (equivocada) de que los genes determinan todas las características de los organismos. Hoy Guerra nos dice que el valor moral de las personas está contenido en el cigoto desde el momento de la fertilización. Que la totalidad de la forma humana, incluyendo el estatus moral de las personas, su dignidad y su capacidad de tener derechos constitucionales, se hallan en el conjunto de células que se van diferenciando en el curso del desarrollo del embrión. ¡Felicidades, señor Guerra, acaba usted de postular una nueva versión del preformacionismo!

La Constitución dice que todo individuo gozará de los derechos que ahí se le confieren. Guerra pretende convencer a la Suprema Corte que la noción de individuo a la que alude la Constitución es la que él ha construido mediante su embrollo preformacionista. ¡A otro perro con ese hueso!

miércoles, 19 de marzo de 2008

De paisajes y pasajes


Hoy caminé las calles de Berlín bajo la nieve. No iba sola, sino con un nativo -alguien que pudo explicarme las placas coloridas que sobresalían como banderas de los postes de luz. De un lado, un camino enmarcado en un paisaje (foto); del otro, la ley promulgada el 10 de julio de 1935 donde se prohibía a los jóvenes judíos hacer caminatas en grupos que superaran las 20 personas. De un lado, el fragmento de una pared; del otro, la norma que les exigía a los judíos recoger los escombros -limpiar la ciudad- de las sinagogas derrumbadas por los nazis. De un lado, un termómetro; del otro, la ley que prohibía a los médicos judíos practicar su profesión.

Estos letreros (80 distintos) forman parte del paisaje actual del barrio de Shöneberg. Si antes estas leyes servían para vigilar y castigar, ahora se recuerdan con el propósito de conocer y criticar. Le pregunté a mi amigo si se sentía como un rehén del pasado histórico de su país. Su breve respuesta me recordó este pasaje, del que se puede aprender mucho sobre los riesgos de la generalidad:

"The conviction that everything that happens on earth must be comprehensible to man can lead to interpreting history by commonplaces. Comprehension does not mean denying the outrageous, deducing the unprecedented from precedents, or explaining phenomena by such analogies and generalities that the impact of reality and the shock of experience are no longer felt. It means, rather, examining and bearing consciously the burden which our century has placed on us -neither denying its existence nor submitting meekly to its weight. Comprehension, in short, means the unpremeditated, attentive facing up to, and resisting of, reality- whatever it may be."
Hanna Arendt (1951). The Origins of Totalitarianism.

martes, 11 de marzo de 2008

Filosofía y negocios, ay


(Escribo desde una máquina cuyo teclado está organizado y configurado para escribir en alemán, así que disculpen las faltas "tipográficas".)
Hoy recibí un e-mail de Isaac, mi companiero de cubículo en el IIF. Resulta que buena parte de la comunidad de estudiantes de filosofía en la FFyL de la UNAM está indignada, con justa razón, por la comunicación publicada en Milenio con el título sarcástico Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM? Carlos Mota es "columnista nacional de negocios, conduce diariamente Imagen Empresarial, publica su columna en Milenio" y, según se aprecia en la susodicha columna, cree que las perspectivas profesionales que ofrece la FFyL se reducen a la de guerrillero; que nuestro título profesional nos acredita como desconstructores del mundo (y no en el sentido deleuzeano).

Estoy del otro lado del Atlántico, pero hasta acá llegaron las noticias recientes impregnadas de descalificación. Hasta acá se notó la estrategia mediática de virar los ojos del nuevo Pemex-gate (otra vez?) y ponerlos, cuadrados, sesgados en "Lucía de filosofía" y su relación con nuestra institución. Hay mucho que discutir sobre esto. Pero lo que quiero reproducir aquí es el mail que le envié a Carlos Mota respecto de la comparación que hace entre la filosofía y los negocios. Reconozco que escribo desde un lugar, hasta donde sé, poco común -desde quien ha puesto los pies en ambos lugares. Lo pongo, pues, a su consideración.

Leí tu columna en Milenio. Esa donde tachas a la filosofía (no la disciplina, te leí bien, pero al menos la licenciatura que se estudia en la UNAM) de económicamente improductiva, de conceder licencias para romper el mundo en lugar de construirlo. Esa donde te alarma nuestra falta de interés por emplearnos en las McKinseys del mundo (corporaciones que, dicho sea de paso, llevan el adoctrinamiento a su máxima expresión).

Con una licenciatura en biología y una maestría en filosofía (ambas por la UNAM), he incursionado en el mundo de los negocios -tanto en la práctica como en la teoría- y me ha parecido un mundo sumamente interesante. Pero conocerlo no me ha hecho menos crítica de él ni más "constructiva". Tampoco ha hecho mi trabajo socialmente más relevante. No.
Lo que sí ha hecho es ampliar el rango de aplicación de mis habilidades y conocer una manifestación más de la cultura. Te equivocas, pues, al sugerir que alguien que no entiende el lenguaje de Bimbo -no porque no tenga la capacidad de hacerlo, sino por que elija no hacerlo- es incapaz de encontrar un lugar en el mundo. El paisaje que dibujas es simplemente maniqueista. Ante la disyuntiva: administrar para prosperar o conocer para transformar, yo escojo ambas.

domingo, 2 de marzo de 2008

Generalice con precaución


Hoy me topé con un video informativo (no mucho) en YouTube. Dice que "la ansiedad es una respuesta exagerada a una situación en peligro. Cuando se generaliza, conduce al miedo, las fobias, el pánico y la obsesión". Es decir, define el miedo como ansiedad generalizada. Además de que sugiere lo último que me faltaba, que el miedo mismo tiene una suerte de generalidad, me contrarió un poco. ¿Es mi miedo a generalizar producto de una respuesta exagerada a mi situación -digámosle académica: la que demanda la cohesión de los capítulos de mi tesis doctoral y la viabilidad de mis artículos en borrador? ¿Significa esto que estoy en peligro? ¿Peligro de qué?

Mientras continúo detectando, en mi diaria jornada de escritura-investigación, miedo a la acción de generalizar en primera persona, esa que puede simultáneamente arrojarme al abismo filosófico y rescatarme de la página en blanco; mientras separo esa sensación de la que me producen los esfuerzos (aciertos o tropiezos) generalizadores de los demás -que no suelen conducir a la sudoración de las manos, sino a la patificación del hígado (como dice mi amiga Edna) ya sea por buenos o por malos- Martín Bonfil me ofrece una salida:
"¡Generalice con precaución!".

Parafraseando la campaña publicitaria de la nueva fragancia de Diesel, Fuel for life...
Are you afraid?
Generalize with caution

lunes, 4 de febrero de 2008

Hábitos adquiridos


Además del miedo a generalizar, he descubierto que padezco otras fobias relacionadas. Mis interlocutores en el seminario de redes (ver Divertimientos) -uno ingeniero, otro divulgador de la ciencia, ambos inteligentísimos- me han hecho ver que constantemente evito "ensuciarme" las manos con la realidad, o como digo yo: bang my head against the metaphysical wall.

Se trata de un hábito adquirido mediante el cual evito pronunciarme (¡horror!) a favor de un realismo ingenuo y a favor, también, de un extremo constructivismo. Puesto que mi idea de postura sensata: un realismo contextual/atenuado/intervencionista a la Hacking ("si los puedes rociar, entonces existen" a propos electrones) que admita a su vez la injerencia del hombre en la construcción de lo que conoce como real, es difícilmente sostenible por no decir sospechosamente conciliador, tiendo a alejarme de estas discusiones.

Ocupo mi cabeza con los modelos, con las representaciones, con la luz que se le pueda echar a los fenómenos para dar cuenta de ellos. Ya los escucho: ¡cobarde! Quizás. Pero esa etiqueta, como bien saben, no me molesta. Lo que sí me inquieta es que, cuando surge el problema fuera de círculos estrictamente filosóficos, se hace patente mi responsabilidad como persona científica y filosóficamente informada de pronunciarme, de hacer ver cómo lo que denominamos filosofía de la ciencia tiene valor y utilidad para aquellos -ingenieros, científicos, divulgadores- quienes todos los días se tropiezan con la realidad.
Empieza a dolerme la cabeza.

viernes, 11 de enero de 2008

Aborto y acrobacia argumentativa


Algunos de ustedes se preguntarán por qué en nuestro país seguimos discutiendo (así sea en foros plurales y serios, como éste) si la despenalización del aborto es necesaria/aceptable/moral/constitucional. ¿No es obvia la respuesta? Pues resulta que para muchos (en especial, para nuestros legisladores) no lo es, de ahí la importancia de orgnaizar un evento como el que está teniendo lugar esta semana en el IIJ de la UNAM. Sobre la mesa de discusión se han puesto argumentos sólidos que fundamentan la despenalización desde diversos puntos de vista (social, legal, médico, científico). Pero me llama la atención que uno de los temas recurrentes siga siendo la pregunta acerca del estatus del óvulo fecundado: ¿es o no una persona? Me llama aún más la atención la pretensión de darle respuesta.

Unos responden, mediante acrobacias argumentativas y embriología ad hoc, que por cuanto el cigoto contiene el genoma completo de un ser humano, constituye en sí mismo una persona (echando por la borda un siglo de debate filosófico y científico en torno al determinismo genético y el preformacionismo). Otros invocan entelequias e impulsos vitales con el mismo propósito (tergiversando, a su vez, el aporte más lúcido de la biología vitalista y organicista de los siglos XVIII y XIX).

Ante este tipo de propuestas, nuestros comunicadores científicos y juristas salen al rescate. Muestran cómo a través del primer "argumento" se puede concluir que con cada transplante de riñón se transplantan también cientos de miles de "personas". Nos recuerdan que el impulso vital no reside en ninguna de las capas germinales, sino que sólo se puede incorporar al cigoto de manera retórica, a través de argumentos circulares. Presentan nociones filosóficas y jurídicas de persona en las que el relativismo absurdo (disfrazado de tolerancia) que algunos invocan con el fin de otorgarle personalidad al cigoto, queda muy perjudicado.

Tengo dos intuiciones al respecto: (1) Se trata de un falso problema.
Cada vez que se plantea la pregunta me acuerdo de un pasaje de Palinuro de México: "Dime, Palinuro ¿cuándo comienza tu vida a ser tu vida?" No hay una respuesta, sino tantas -y tan absurdas- como las Fernando del Paso decide dedicarle en su novela (al menos dos cuartillas); y (2) Si habremos de tomarnos en serio la pregunta y responderla, esto deberá hacerse desde un enfoque interdiscipinario, puesto que el gineco-obstera, el abogado o el filósofo no podrán -independientemente- dar una respuesta relevante y de utilidad.
Así pues, me manifiesto a favor del diálogo pero en contra de la farseización del debate.