jueves, 28 de agosto de 2008

Aborto legal y contrafácticos


Amanecí con ánimos de celebración. La legalización del aborto (en realidad, la reiteración de la legalización del aborto, frente al recurso de inconstitucionalidad que interpuso la CNDH) es un paso certero en el reconocimiento y protección de los derechos de las mujeres, y evidencia de lo que muchos pensábamos ya casi imposible: que en nuestro país, un estado laico, pudieran triunfar los argumentos sólidos y el sentido común -ese tan escaso- sobre las convicciones personales y los dogmas religiosos.

Un amigo mío comenta, tras haberle yo enviado un mensaje celebratorio y copiado otro donde felicito a los ministros de la SCJN por su decisión:
Mariano Azuela dijo la estupidez de que "si todas las mamás de los aquí presentes hubieran decidido abortar, no estaríamos vivos" con lo cual demostró que no hace falta ser inteligente para ser juez, a pesar de lo que se crea. ¿Qué otra cosa debería prohibirse, el condón? "Si nuestras mamás hubieran usado condón, no estaríamos aquí". "Si nuestras mamás hubieran estado informadas y no fueran hijas de miles de años de creencias religiosas absurdas, muchos no estaríamos aquí". "Si nuestras mamás hubieran sido mujeres emancipadas, muchos no habríamos nacido". Etc, etc. Qué bueno que la solución estuvo en el sentido correcto, pero me quedé frío sabiendo que la suerte de millones de mujeres y de parejas estaba en mano de unos viejitos estúpidos que bien podrían haber decidido en el otro sentido.
Hay un tipo de contrafáctico sobre el que no estoy dispuesta a reflexionar, y es ése del que se queja mi amigo, el que esgrimen muchos de los "anti-abortistas" (etiqueta por demás engañosa, pues pretende implicar que los que estamos a favor de la despenalización del aborto somos "abortistas" -que nos practicamos abortos como practicamos un pasatiempo-) y que toma la siguiente forma genérica: "Y si mi abuelita tuviera ruedas..." Absurdo, irrelevante y argumentativamente vacío.

Pero hay otro que me siento obligada a cuestionar. ¿Y si los ministros de la SCJN hubieran votado en contra de la despenalización y a favor de la inconstitucionalidad? Se me enchina la piel sólo de pensarlo, pero vale la pena hacer el experimento mental. Habrían sentado un precedente para toda la República Mexicana. Sé de buena fuente que uno de los ministros ya estaba preparando un documento para penalizar el aborto en el estado de Jalisco que los miembros de la Inquisición habrían congratulado. Los estados que, por el contrario, estaban esperando la despenalización en el DF para avanzar en la misma dirección, habrían sido detenidos.

Muy probablemente, sin embargo, el estado de las cosas -el que miles de mujeres recurren al aborto clandestino como último recurso- no habría cambiado ni siquiera bajo la amenaza de los 3 a 6 meses de encarcelamiento. Pero eso sí, se movilizarían recursos humanos y económicos a perseguir a las "delincuentes", desviando así importantes recursos de problemas reales, como la educación, la obesidad infantil o el cáncer cervico-uterino. Bajo los criterios de Soberanes, al rato los anticonceptivos serían catalogados como "píldoras abortivas", y muchas décadas de educación sexual (que nos ayudaron a alcanzar una tasa de natalidad muy decente) se tirarían a la basura. Ya se imaginan hacia dónde voy, la lista de consecuencias desastrosas y retrógradas es interminable.

lunes, 4 de agosto de 2008

Estudios de caso


Abandonado el blog, pero no precisamente el miedo, llevo 3 meses menos 4 días sumergida en la tesis doctoral. Los detalles de los estudios de caso (tres, uno de ellos ya desarrollado, los otros dos en vías de narración) forcejean con mi tendencia a filosofar acerca de la "big picture". Hago varios viajes al día entre el Capítulo Tal y la Introducción General; tomo prestado el modelo de argumentación de Toulmin y dibujo cuadros y flechas sobre una cartulina, deseando que el paso entre los datos y la pretensión (claim) ocurra cuasi-espontáneamente. Algo falta, lo detecto.

Pospongo la recaudación de anomalías para el examen predoctoral (faltan 7 días). Reviso la bibliografía, trato de homogeneizar las gráficas y noto que mi computadora tiende a abrumarse con tanto jaloneo: la constante importación de gráficas de un programa a otro, el obligado reccorido diario entre 5 archivos de tamaño respetable y -lo reconozco- el pesado bagaje (puesto que ningún estudioso procede con sus investigaciones en el vacío filosófico).

Vuelvo a pensar el dilema en el que estoy metida, el de producir un argumento de interés general a partir de un tratamiento necesariamente sesgado de casos singulares. A modo de guía/consuelo, releo un artículo del historiador y filósofo de la biología Richard Burian acerca del uso de los estudios de caso en el trabajo filosófico:
Los estudios de caso pueden producir resultados que no se obtienen del trabajo más abstracto de la filosofía de butaca; los casos metodológicamente y epistemológicamente útiles no necesitan ser inocentes filosóficamente ni deben conducir a grandes conclusiones por inducción a partir de muestras absurdamente pequeñas.
Y recuerdo que recurrí a esta metodología por una razón principal: el estudio de caso es el único remedio contra el miedo a generalizar.