Hoy caminé las calles de Berlín bajo la nieve. No iba sola, sino con un nativo -alguien que pudo explicarme las placas coloridas que sobresalían como banderas de los postes de luz. De un lado, un camino enmarcado en un paisaje (foto); del otro, la ley promulgada el 10 de julio de 1935 donde se prohibía a los jóvenes judíos hacer caminatas en grupos que superaran las 20 personas. De un lado, el fragmento de una pared; del otro, la norma que les exigía a los judíos recoger los escombros -limpiar la ciudad- de las sinagogas derrumbadas por los nazis. De un lado, un termómetro; del otro, la ley que prohibía a los médicos judíos practicar su profesión.
Estos letreros (80 distintos) forman parte del paisaje actual del barrio de Shöneberg. Si antes estas leyes servían para vigilar y castigar, ahora se recuerdan con el propósito de conocer y criticar. Le pregunté a mi amigo si se sentía como un rehén del pasado histórico de su país. Su breve respuesta me recordó este pasaje, del que se puede aprender mucho sobre los riesgos de la generalidad:
"The conviction that everything that happens on earth must be comprehensible to man can lead to interpreting history by commonplaces. Comprehension does not mean denying the outrageous, deducing the unprecedented from precedents, or explaining phenomena by such analogies and generalities that the impact of reality and the shock of experience are no longer felt. It means, rather, examining and bearing consciously the burden which our century has placed on us -neither denying its existence nor submitting meekly to its weight. Comprehension, in short, means the unpremeditated, attentive facing up to, and resisting of, reality- whatever it may be."
Hanna Arendt (1951). The Origins of Totalitarianism.
2 comentarios:
Querida Viv, va le comentario mamón (el comentario lindo sale sobrando: sabes que soy tu fan incondicional). Y es el siguiente: no se dice "signos", sino "letreros". ¡Checa (ups) el diccionario! Besos
martín
Berlín, amargos recuerdos
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