
Richard Rorty, filósofo pragmatista y autor del célebre libro "Philosophy and the mirror of nature", murió el pasado 8 de junio. No escribo estas líneas a manera de obituario. De esos ya se han escrito muchos, por personas calificadas tanto en la materia como en el personaje. Pero la multicitada interrogante que guió el trabajo de Rorty me sirve de pretexto para ejercitar la reflexión metafilosófica: "¿para qué sirve la filosofía, si es que sirve para algo?"
Quiero pensar que lo que hago tiene alguna utilidad, pero confieso que no fue sino hasta que comencé a dar clases de filosofía e historia de la biología, en la Facultad de Ciencias de la UNAM, que realmente me asaltó la duda y me dispuse a encontrarle respuesta. Ya me había tocado defender la importancia de algunos temas áridos e hiper-específicos en un seminario de filosofía de la biología, pero pararse frente a un grupo de post-adolescentes (la mitad de los cuales eligió la carrera de biología como táctica de evasión de las humanidades) y convencerlos de que la materia les será de utilidad para su futuro científico, es algo muy diferente.
Desconozco si Rorty tuvo claro desde siempre que su filosofía “debía ser útil para aspectos de la vida cotidiana, como la defensa de una democracia liberal”. Yo me fui percatando poco a poco –en el transcurso de unos dos años de dar clases- que enseñando nociones históricas y filosóficas de la ciencia podía contribuir a formar mejores consumidores de información.
Por ejemplo, he notado que antes ver el tema del reduccionismo en un temario de filosofía de la ciencia, el único contacto que mis alumnos han tenido con el término es a manera de regaño y empleado en un tono peyorativo: “Eres un reduccionista, crees que todo lo traemos en los genes”. Entonces invito a mis alumnos a desdoblar esta afirmación, y al final de la clase se llevan a su casa tres mensajes:
- El reduccionismo no es una muleta retórica (no se vale acusar a Craig Venter de reduccionista sólo bajo la premisa de que es un biólogo molecular)
- El reduccionismo no es cuestión de tamaño (la idea de reducir la genética clásica a la genética molecular no se debe a que esta última postule entidades teóricas más pequeñas que la primera)
- Reduccionismo y determinismo genético no son sinónimos (alguien puede ser reduccionista sin ser un determinista genético)
Después de todo, una democracia se construye sobre la base de una sociedad que no solamente está bien informada, sino que sabe qué tipo de información está consumiendo: si constituye o no conocimiento.