jueves, 18 de octubre de 2007

Epistemología de las pérdidas


Hace casi veinte años, una niña telefoneó al locutor de Radio Infantil y compartió la siguiente adivinanza: ¿Por qué cuando perdemos algo, el último lugar donde lo buscamos es donde lo encontramos? Respuesta: porque cuando lo encontramos, dejamos de buscarlo. Anécdota verídica que sirve para ejemplificar el tipo de fenómenos del que debería dar cuenta una epistemología de las pérdidas.

Y a propósito de mermas, “nadie sabe el bien que tiene hasta que lo ve perdido” bien pudiera interpretarse como una brevísima teoría acerca de cómo saber que algo se tiene. La condición necesaria para saber que se tiene el bien que se tiene es verlo perdido. Dicho de otro modo, para perder algo es un requisito haberlo tenido. Simple. Pero no podemos saber que tenemos algo hasta que lo perdemos. Además de paradójico, doloroso.

Luego nos enfrentamos a la dificultad de hacer una taxonomía de lo perdido, pues está lo que se pierde a propósito (e.g., peso) y lo que se busca retener a toda costa pero se pierde de todas maneras (e.g., el cabello). Ni se diga de perderse a sí mismo, que depende mucho del contexto y a veces es bueno y a veces no lo es tanto. Están los que supuestamente pierden la razón, incluso cuando podemos asegurar que nunca la tuvieron. También hay casos especiales que tienden a ser malinterpretados, como "perder el oído". Se pierde la capacidad auditiva, pero el oído, si lo entendemos como estructura anatómica, no es lo que se pierde.

Por si esto fuera poco, una epistemología de las pérdidas debería poder desbaratar aseveraciones harto ambiguas, como "nuestra sociedad actual se caracteriza por una pérdida brutal de valores", que apelan a "la pérdida" como causa universal de todas nuestras desdichas. Es un trabajo duro el de los epistemólogos.

sábado, 13 de octubre de 2007

Latin American Philosopher


Un investigador especialista en Shakespeare que trabaja en México tiene una gran desventaja frente a los que trabajan en el Reino Unido. No se trata de una barrera lingüística, sino de la transformación del acceso a las fuentes originales en un trámite burocrático de escala internacional. Esto, para el investigador latinoamericano, se traduce en una ausencia constante de citas originales, de argumentos de autoridad, en la falta de un contacto cotidiano con el origen de sus elucubraciones. ¿Qué hace un mexicano que permanece en lationamérica para estudiar a Shakespeare? Se desprende del método y del estilo anglosajón de hacer análisis literario.

Alfredo Michel, quien fuera mi maestro de literatura inglesa en la preparatoria (y uno de mis favoritos), produce trabajos que han sido calificados como frescos, innovadores y, sobre todo, distintivamente latinoamericanos. En su trabajo, las citas exhaustivas y los argumentos de autoridad se vuelven dispensables. Como resultado, Michel logra apropiarse de su objeto de estudio sin reproducir esquemas interpretativos: Shakespeare en inglés y para el mundo, pero con pasaporte mexicano (ver su contribución en Latin American Shakespeares).

¿Qué hace de la "filosofía latinoamericana (o la hispanoamericana o la iberoamericana, o...)" algo distinto de la filosofía desde latinoamérica? Hasta donde yo sé, no existe un Latin American Poppers/Peirces/van Fraasens/Dworkins/Fodors,.. ni algo que recoja de manera tan efectiva ese espíritu de apropiación-tropicalización del trabajo filosófico que se realiza en nuestro país -donde, como indica la página web del IIF, predomina la tradición angloamericana. El desideratum existe: se habla de un esfuerzo por consolidar la filosofía hispanoamericana, hay proyectos importantes abocados a generar redes entre instituciones de habla hispana, y el objetivo de dotar de identidad regional a lo que hacemos me parece sensato, incluso (quizás) deseable -si es que en realidad constituye un aporte significativamente distinto y no solamente una serie de biografías anotadas de ídolos-filósofos.

Pero me sigue causando algo de extrañamiento encontrarme con proyectos o coloquios con títulos como "filosofía de la ciencia desde México" o "pensar la ciencia en español". Me confunde el uso de las preposiciones. ¿Cuál es la diferencia entre pensar la ciencia en español, según los que hablamos español, desde/para/por hispanoamérica, entre hispanoparlantes, bajo cielo mexicano, ante la comunidad de habla hispana, mediante la lengua española? Y sobre todo, ¿significa que de esta manera se piensa la ciencia contra otros idiomas, nacionalidades o regiones? Cuidado.