En su primera novela, La nada cotidiana (publicada por Salamandra en 2002), la escritora cubana Zoé Valdés pone estas líneas en voz de su protagonista Yocandra:
"A quién en cualquier parte del mundo actual no le avergonzaría confesar que es filósofo? ¿Para qué sirven? ¿Sólo para pensar? ¿En las musarañas, como yo? A lo mejor también soy filósofa y aún no me enteré."Estas preguntas no sólo las hacen los personajes ficticios o los padres, ansiosos, cuando sus hijos les comunican que quieren ir a la universidad para estudiar filosofía -¿por qué no (mueca de estupefacción) "algo útil" como administración de empresas? (Hace ya muchos años, tras comunicarle que había sido admitida para estudiar biología en la Facultad de Ciencias, mi mamá ofreció pagarme una carrera como ésas en una universidad privada -no quiero pensar lo que habría dicho al enterarse de que perseguiría, además de eso, ¡un doctorado en filosofía!)
Al parecer, nuestro gobierno comparte el sentimiento de la "asociación de padres consternados". En México, la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) intentó eliminar la filosofía y otras humanidades del conjunto de asignaturas básicas. En ella, "el único papel que se le asigna(ba) [a la filosofía] se expresa(ba) en un pie de página del mencionado acuerdo, en donde se declara(ba) que las disciplinas filosóficas tendrán 'un carácter transversal' y 'podrán incluirse si se considera pertinente' es decir, en forma evidentemente aleatoria y discrecional" (según se indicó en un pronunciamiento en contra de dicha reforma).
Yo misma me he quejado, no lo niego, de la inutilidad (a mi juicio, que también es el juicio de una bióloga) de ejercicios filosóficos en los que, por ejemplo, hace falta imaginar un mundo posible donde el agua posee la misma estructura molecular pero no moja...Pero de eso a sostener que la filosofía no sirve para nada y que la sociedad actual puede prescindir de ella, hay un abismo muy muy empinado y rocoso en el fondo del cual habita la ignorancia.
El análisis argumentativo y conceptual -desde la filosofía- puede "aportar claridad a la vida pública de una sociedad". Prueba de ello es el libro titulado La moralidad del aborto (siglo XXI, 2009), del filósofo Gustavo Ortiz Millán. Este libro nació de la participación del autor en el debate sobre la despenalización del aborto en el DF y en el que la comunidad filosófica estuvo muy presente (post relacionado). En él, GOM traza un mapa de posiciones bastante clarificador, incluso para quienes, como yo, seguimos de cerca el asunto. Además, rastrea, localiza y desarticula los principales argumentos usados en contra de la legalización de la interrupción del emabarazo. Ejemplo de argumento: Cuando se permite la interrupción del embarazo antes de las doce semanas se discrimina al embrión de manera injusta y se violan sus derechos. Si esto te suena convincente, ¡lee el libro! (PD- y no te vendría mal una clase de filosofía)